La imprecisión no es un invento de Almagro. Los discursos políticos son imprecisos porque nadie quiere, o puede, explicar lo que está prometiendo, ya que es muy posible que no pueda hacerlo. Además, la expectativa vende, y mucho (otro de los descubrimientos del marketing político). ¿Alguna vez dijo Macri cómo haría todo lo que prometió?, ¿Barack Obama fue explícito acaso con respecto a qué significaba en términos de gestión el yes, we can?
No, ninguno de los dos. Sin embargo, hay una diferencia sustancial: en los últimos años, los políticos neoliberales han descubierto que la mentira descarada no afecta el apoyo electoral cuando se tienen a favor otras herramientas como tropas y tropas en redes sociales, redes complejas y poderosas de desinformación y el respaldo de los mass media. Lo hizo Macri, lo hizo Donald Trump, lo hicieron Piñera y Bolsonaro... lo hicieron todos. Los otros también lo hicieron, pero no tan descaradamente.
Como en un discurso escrito por uno de los jefes de prensa de los políticos citados, Almagro hizo una oda a la imprecisión, mezclando conceptos generales, y aceptados socialmente, con un vacío argumental alarmante. En definitiva, un discurso con una ausencia absoluta del cómo.
A continuación, un par de ejemplos de un discurso en el que abundan los argumentos imprecisos y escasea la presencia del cómo.
“Nuestra manera de ver y de tratar los desafíos estructurales, como la pobreza, la desigualdad, los retos del orden público, la estabilidad política, la fortaleza institucional y la independencia entre poderes es en realidad más vigente que nunca”. Hay mucho para comentar sobre esta frase porque en términos concretos, la OEA no ha hecho mucho para enfrentar esos desafíos estructurales. Y si lo hizo, lo hizo mal, pues la organización tiene ya varios años y la región sigue siendo una de las más desiguales, pobres, desordenadas e inestables del mundo.
Pero al margen de lo que hizo o no hizo, en rigor de verdad no hay más información de cómo hace la OEA para enfrentar esos males. ¿Da créditos a sectores vulnerables, envía profesionales de la salud a las zonas más desfavorecidas, organiza almuerzos junto a Susanita, de Mafalda, para los más pobres... qué hace? No lo dice. Pero sí sugiere costumbre: nuestra manera de ver y tratar... alude a que no es una novedad lo que está diciendo, a que la OEA efectivamente acostumbra luchar contra los desafíos estructurales de una manera determinada ¿Cómo?
“La OEA tiene que ser la voz de los que no tienen voz. De los oprimidos, de los discriminados. Tiene que ser la voz de los pobres, de la población afro, de los indígenas, de las mujeres, de la población lgtbiq plus, de los discapacitados, de los que padecen enfermedades raras, de todos y todas los que sufren discriminación y desigualdad...”. Imprecisión. ¿Cómo hace para ser la voz, a quiénes les habla, a los dirigentes de los países miembro?, ¿como organización tiene una comunicación permanente con esos sectores vulnerados? Porque, pensemos, para ser la voz de un sector hay que entender ese sector, trabajar con él, incluso ser parte de ese sector. ¿Hay muchos lgtbiq plus, discapacitados, personas con enfermedades raras, mujeres, indígenas en la OEA?
Y mientras emite verdades de perogrullo, Almagro vuelve a llamar a la obediencia: la OEA es la voz de los que no tienen voz. Como parte del poder o, más aún, como la instancia que está por encima del poder, la que pasa a la acción por sobre los gobiernos, va a hablar por las minorías. ¿Dice en algún momento que las va a escuchar, que las escucha, que las entiende? no. Pero va a hablar por ellas...
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