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El discurso de Almagro: a propósito de la Postura Ideológica

Actualizado: 24 jun 2020


Hay tres momentos clave del discurso en los que el alineamiento de Almagro a un determinado sector político, el conservador pro-estadounidense, resulta evidente.


El primero de ellos, es un yerro llamativo: “Desde que nacimos a la vida independiente, prácticamente hemos nacido como naciones democráticas. La democracia forma parte de nuestras identidades nacionales. La libertad es nuestra esencia. Más que en ningún otro continente, más que en ningún otro hemisferio.Aspiro a que en estos momentos de crisis reafirmemos nuestro principio fundamental de lucha por la democracia”.

Cabe decir que en Sudamérica y el Caribe los sistemas democráticos fueron más o menos estables recién a partir de los 80, cuando Estados Unidos dejó de apoyar golpes militares de forma sistemática. Y resalto el más o menos, pues en los últimos años hubo numerosos golpes de Estado, aunque ya no militares (salvo en Bolivia y Honduras), sino políticos, en los que los poderes judicial y legislativo avanzaron sobre el poder Ejecutivo con diversos argumentos, por lo general falaces o insuficientes.


La democracia es antigua, la democracia es el sistema imperante desde la independencia en Estados Unidos. De hecho, la estadounidense es la democracia más antigua que podemos ver en la actualidad. Pero la mayoría de los integrantes de la OEA no tienen tradición democrática y ni siquiera se puede decir que tengan democracias saludables (¿existen...? sería para otro debate).


La identificación inconsciente (si cabe la definición) de Almagro con la antigua democracia estadounidense es apenas un dato de color para ubicar al dirigente en un sector ideológico bien marcado.

Su postura amigable ante los países que coinciden con la Casa Blanca y su agresividad hacia aquellos que no están del todo alineados a Washington es acaso el argumento más sólido para ubicar ideológicamente a Almagro.

El especial agradecimiento a Iván Duque, presidente ultraconservador de Colombia, quien a su vez lo postuló para la reelección en la OEA, también es una demostración explícita. La durísima crítica del dirigente que lo apoyó inicialmente para que llegara a la OEA, José Mujica, tras uno de sus tantos exabruptos contra Venezuela, también resulta en un argumento bastante explícito (1).

Sin embargo, hay otros aspectos relevantes pero más sutiles de su discurso que respaldan la hipótesis. Uno de ellos, acaso el menos evidente, es la repetición de conceptos muy asociados a la derecha conservadora, como acudir a términos colectivistas y desinteresados cuando hay crisis, pero cambiar el verbo cuando se trata de gobernar. Ya no hay un “nosotros”, en el sentido colectivo, sino un “nosotros” en el sentido de unos pocos dirigentes que van a hacer por los demás.


La responsabilidad también tiene que ser absolutamente transversal. No solamente a nivel público, sino también la responsabilidad que surge de las empresas, los trabajadores. La responsabilidad que surge de cada uno de nuestros pueblos...”. Al rato: “debemos seguir luchando día a día por conquistar cada vez más derechos para más gente, porque también implica más paz, más soberanía y más justicia...”.

Mientras la salida de la crisis provocada por el Covid-19 es un fenómeno colectivo, en el que el propio Almagro insta a toda la sociedad a tomar parte en el asunto, la ampliación de derechos es otorgada. Es dada a la gente. Un nosotros, entendido como una porción de la sociedad, debe conquistar más derechos para más gente.

No es la sociedad la que conquista sus derechos, como lo demuestra la evidencia, especialmente en una época en la que las luchas colectivas están cruzando toda América, sino que los dirigentes conquistan para la gente.

Pero el esfuerzo sí es colectivo. La salida de la crisis es un fenómeno colectivo pero que no requiere movilización ni desobediencia civil, sino más bien lo contrario: conducta. Todos somos responsables de no reclamar, de seguir trabajando a destajo y sin descanso, de ceder aspiraciones, para que el país, la región, el mundo pueda salir de la crisis.

Pero para tomar decisiones, para cambiar las cosas, la responsabilidad queda para una minoría, no sabemos bien cuál, aunque analizando el contexto lo sospechamos, que va a luchar por nosotros, por nuestro bienestar.


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