Si bien las primeras estimaciones ya ubicaron a Yaku Pérez como el rival de Andrés Arauz en la segunda vuelta de las presidenciales ecuatorianas, todavía no hay una confirmación oficial al respecto, ya que la diferencia entre el candidato de Pachakutik y el conservador Guillermo Lasso es muy estrecha.
No obstante, aún con la indefinición del rival, los escenarios se van aclarando para el correísmo, y ciertamente hay importantes diferencias entre los posibles contrincantes de Arauz, cada uno con sus particularidades y hasta algunas coincidencias.
Lasso, el evidente
Con tres intentos por ser presidente, el empresario es por demás conocido en el Ecuador. Integrante del Opus Dei, su espectro ideológico es bastante claro: un neoconservador que busca una restauración precorreísta en el país, alineado a la Casa Blanca y al sector más duro de la derecha latinoamericana.
Lasso unió fuerzas con los socialcristianos de Jaime Nebot (exalcalde de Quito), cerrando una elección paradójica para la derecha conservadora ecuatoriana: en números fue paupérrima, perdiendo más de 20 puntos en cuatro años, pero si finalmente supera a Pérez, podría seguir luchando por la presidencia.
Pérez, ¿Harry dos caras?
Pérez es un caso bastante más complejo que Lasso. Por un lado, representa al movimiento Pachakutik , brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), que a pesar de una relación un tanto tumultuosa con el correísmo, llegando a apoyar a Lasso en 2017, está claramente más cerca del centro que del conservadurismo del empresario.
No obstante, Pérez como líder genera algunas dudas en este sentido, pues renegó públicamente y en varias oportunidades de gobiernos progresistas como Bolivia o Brasil, defendió la utopía meritócrata y realizó algunas cuestionables críticas de índole social, como que los pobres gastarían un bono “en cerveza” .
Por otro lado, tiene un discurso de corte ecologista e indigenista, aunque existen dudas de que en los hechos (léase, en un eventual gobierno), siga defendiendo los mismos principios, muchos de los cuales suponen una ruptura con el establishment local y el centro político mundial (Washington).
El escenario para Arauz
La primera labor de Arauz va a ser seducir al electorado del socialdemócrata Xavier Hervás, el empresario que sorpresivamente sacó un 16% de los votos. Captando esa masa, estaría a las puertas de ganar la segunda vuelta.
Pero, en esa labor, no es lo mismo Pérez que Lasso. Porque aún con sus cuestionables contradicciones a cuestas, el líder Pachakutik tiene una mayor capacidad de seducir al centro que el empresario. Al fin de cuentas, hace una encendida defensa ecológica y la Conaie lideró las movilizaciones de octubre en contra del gobierno de Lenin Moreno, pero en lo económico se presenta en principio como un liberal (es medio borrosa su postura).
Lasso, por el contrario, no sólo integra un espectro ideológico más reducido, que en líneas generales tuvo una pésima elección, sino que se lo identifica como el líder tras bambalinas del giro brutal de Moreno en la presidencia. En consecuencia, está sindicado como uno de los responsables de la debacle ecuatoriana de los últimos cuatro años.
El empresario tiene a su favor el apoyo de toda la maquinaria económico/mediática del establishment, que sin dudas va a favorecer a Pérez, si finalmente este va al ballottage.
Los grandes derrotados
Paradójicamente, Lasso todavía tiene posibilidades de ser presidente (hasta que el Consejo Nacional Electoral no confirme oficialmente al contendiente de Arauz), pero eso no quita que la derecha ecuatoriana haya realizado una elección desastrosa, ya que quedó pegada al gobierno de Moreno.
En este sentido, el correísmo, fuerza de origen del presidente, salió dentro de todo ileso de la debacle anterior porque Arauz cerró una magnífica elección, aún con una vergonzosa campaña en su contra.
En este escenario, todavía incierto, los votos demostraron una vez más que el pueblo ecuatoriano no está de acuerdo con un giro al neoconservadurismo. Tres de los cuatro candidatos más votados así lo confirman. Porque con diferencias, ni Hervás, ni Arauz, ni Pérez representan a ese neoconservadurismo de derecha.
De todos modos, la expresión del electorado no necesariamente encuentra eco en la gestión de gobierno electo. Ecuador sabe de eso: le pasó hace unos años con Lucio Gutiérrez y en 2017 otra vez, con Lenin Moreno.
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