El término feminazi se ha convertido en un integrante habitual de las frases que contienen críticas hacia el feminismo.
Con el propósito de enfatizar un presunto carácter extremista, incluso irracional, la pronunciación de tal término revela una profunda ignorancia política y, peor aún, una preocupante falta de sentido común.
La relación entre ambos términos es absolutamente inviable porque sus significaciones están enfrentadas. Para decirlo rápido: si viviésemos bajo un régimen nazi, las feministas estarían prohibidas (o exterminadas), afuera de la eugenesia nazi.
El nazismo era un movimiento determinista, que construyó una noción de sociedad que excluía a grandes colectivos. Y no había alternativa para cambiarlo porque aquellos que no entraban en el ideal de sociedad nazi debían ser exterminados.
Todas las personas que no eran arias, simplemente no tenían derecho a existir. Tampoco aquellas que tuvieran algún tipo de distinción de lo considerado “normal” por aquella corriente, como las enfermedades mentales, la disidencia política, la homosexualidad, etc.
Es decir, el nazismo pretendió construir una sociedad heteronormada y racialmente blanca, en base a principios deterministas. Para ello, realizó una limpieza racial, eliminando todo lo que consideraba fuera de esa presunta normalidad.
El feminismo, por el contrario, es un movimiento inclusivo. Al margen de las opiniones en pro o en contra del movimiento (incluso al margen del debate con las radfem y de los miles de debates que se dan dentro del propio feminismo), el objeto del feminismo es incluir a un colectivo de forma plena dentro de la sociedad.
Su propósito es la expansión, no la restricción. Es la inclusión de más gente al sistema, de forma plena y diversa. El feminismo no pretende construir un tipo de ser humano, no busca uniformar, sino diversificar. Acaso la única uniformidad que buscan es la de derechos y oportunidades, pero no la racial, ni la construcción de una sola normalidad.
Es más, aunque es objeto de debate, dentro del feminismo puede incluirse a los colectivos LGBTQ+, lo cual expande y diversifica el movimiento, alejándolo aún más de cualquier tipo de relación con el nazismo o cualquier otro movimiento restrictivo o determinista.
Por eso, aún desde la oposición al feminismo, si no quieres actuar como un estúpido, insulta con propiedad y conocimiento: no uses feminazi porque no estás insultando, sino hablando sin sentido.