El informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y la publicación de The New York Times confirmaron por un lado que la participación de Estados Unidos en la crisis venezolana existe y, por el otro, que esa incidencia es negativa. Es decir, que Washington y otras potencias occidentales han conspirado para agravar la situación del país sudamericano.
Tal afirmación suele desencadenar resoplidos apasionados; golpes violentos de mousse o touchpad o pantalla táctil sobre la crucecita que indica el cierre de una página; rebotes en redes seguidos de encendidas puteadas y hasta respuestas en formas de notas o declaraciones políticas, cuando el sujeto que da origen a la afirmación goza de algún tipo de relevancia pública (no es este el caso, está claro).
¿Cuál es la afirmación? Que hay una participación internacional, una influencia externa y nociva sobre la realidad venezolana... ¡ay, qué herejía!
Aquellas personas que se ponen lentes para ver en blanco y negro, saltan al toque porque no toleran que haya aunque sea una participación mínima, chiquitita de alguien más que no sea el narcoterroristarojitocomunistanazigolpista gobierno castromaoleninstalinmarxengelsbolchechavista de Venezuela. Mencionar al gigante del norte ya provoca una catarata de reclamos y acusaciones sobre un presunto apoyo al marxismo internacional y el rojismo externo, como si no se hubiese asesinado a la suficiente cantidad de gente en nuestra región por esas acusaciones pelotudas.
A veces, y esto a todos nos pasa, preferimos clasificar opiniones ajenas en rígidas tipologías doctrinarias a fin de almacenarlas con mayor facilidad. Si se acusa a la Casa Blanca de incidir en crisis ajenas, entonces sos marxista leninista. Si te escandalizás por las bestialidades de nuestro querido gobierno, o puteabas a Clarín, sos kirchnerista vago mantenido. Y así con categorizaciones que también operan a la inversa (criticabas al kirchnerismo y eras un facho derechoso fanático de la dictadura).
Pero lo cierto es que los procesos políticos son requetecontra complejos, muy difíciles de entender y más difíciles todavía de categorizar, en especial porque no suelen responder a un solo motivo. El gobierno venezolano, para volver a tema que nos trae, la cagó de muchas maneras, pero ello no quita que la incidencia extranjera haya sido decisiva para desatar tamaña crisis.
Y si el informe de ACNUDH no basta, porque también es acusada de castromaoleninstalinmarxengelsbolchechavista, entonces la información surgida del NYT debería al menos mover un poco las rígidas estanterías de las categorizaciones doctrinarias.
¿Qué osó decir NYT?
Desde la América para los americanos de la Doctrina Monroe (léase: Continente Americano para los americanos que nacieron en Estados Unidos, que se dicen a ellos mismos americanos), pasando por la Escuela de las Américas y las sobadas de espaldas a nuestros beneméritos líderes neoconservadores de los noventa, el gigante del norte se cansó de cagarla en el subcontinente, transformado por dibujo y hasta por forma en una especie de inodoro para la gran potencia.
Pero pocas veces esas cagadas quedaron registradas de modo evidente y conciso, sin que de respuesta se haya escuchado a algún paladín del liberalismo protestar contra los zurditos, que no hacen otra cosa que echar tierra sobre el país de la libertad para evadir culpas propias.
Esta vez es más difícil. ¿Por qué? Porque el vocero es nada menos que The New York Times, más gringo que la Coca Cola y Rocky juntos. ¿Y qué dijo? Dijo que gobierno de Donald Trump mantuvo varios encuentros secretos con oficiales venezolanos rebeldes en el último año, en los cuales se discutió un plan para derrocar al presidente Nicolás Maduro, posibilidad que al menos por el momento parece descartada.
Al parecer, un grupo de chabones fue a pedir ayuda para derrocar a Maduro y, de momento, no encontraron eco en la Casa Blanca. Pero se sentaron a charlar... varias veces.
Es sabido históricamente que para que un golpe pueda tener éxito, es indispensable pasar por la embajada estadounidense. Estas reuniones citadas por el diario estadounidense confirman la teoría: fueron a pedir permiso para derrocar a un presidente y, tras varias reuniones, finalmente no lo lograron.
Según el diario, que cita fuentes castrenses estadounidenses, los encuentros empezaron en 2017, tras las declaraciones de Trump sobre una posible opción militar en Venezuela. Una de las fuentes indicó que los militares sublevados no pidieron una intervención directa, sino que manguearon “ayuda” para acometer contra Maduro. La conspiración habría quedado en la nada cuando en Caracas detuvieron a varios rebeldes.
Entre las personas que negociaron habría un oficial venezolano acusado en Estados Unidos de torturar a opositores y meter a la cárcel a presos políticos, arremeter contra la población civil, traficar drogas y tener nexos con las FARC colombianas, demostrando que a los gringos les importa un choto quién es el socio si con él pueden cumplir sus objetivos. En vez de meter preso a un tipo acusado de tremendos crímenes, lo sentaron amablemente en la mesa de negociaciones.
¿Por qué lo hacen, qué significa?
Más allá de adhesiones o rechazos ideológicos (válidos, por cierto. Acá no se trata de rechazar la ideología), la pregunta que hay que responder es ¿por qué Estados Unidos apoya a algunos y conspira contra otros? ¿Por qué respaldó a Uribe, Macri, Tremer, a los dictadores setentistas, a los neoliberales noventosos y por qué apoyó el derrocamiento de los progresistas de los 60/70 y la caída de los neoprogresistas de la primera década de este siglo?
¿Hay, acaso, algún purismo ideológico en los respaldos y ataques, hay una convicción justiciera que los impulsa a interceder en asuntos soberanos apoyando sistemas que han provocado decenas de miles de muertes?, ¿hay, tal vez, algún secreto bien guardado, un secreto dolinesco, una palabra que oculta la verdad del universo y que puede verse sólo si uno es un respetable líder conservador o un líder conservador, sin lo respetable?
Debemos preguntarnos, en definitiva, por qué mierdas apoyan a unos y conspiran contra otros. Y si somos inquietos, y empezamos con los porqués, de los porqués, de los porqués vamos a llegar a la gallinita dijo Eureka. Sólo hay que prestar atención a lo que dicen ellos, a lo que todos los líderes estadounidenses han dicho en alguna ocasión, una frase que esconde el verdadero secreto.
Presten atención, gogleen, si no me creen. Al menos en una ocasión, siempre después de peroratas elevadas sobre el propósito mesiánico de Estados Unidos como la mamá potencia mundial que va a cuidar el mundo, dicen lo siguiente, palabras más, palabras menos: “queremos proteger los intereses estadounidenses en la región”.
Y ahí está la verdad.
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