Qué enculado que estás, loco, dejá de gritar un poco. Te juro que por ahí se asomó alguien. ¿Creés que voy a gritar al pedo, yo? Si pudiera explicártelo, así como vos me gritás que te estoy hinchando las pelotas y que me quede callada y que duerma, si yo pudiera usar las palabras como vos las usás, con esa facilidad y elocuencia, ¿creés que andaría gritando como una boluda?
Me encantaría explicarte que allá, al fondo, afuera, se ve una luz, la luz de la calle, ¿cierto?, bueno, la luz entra un cachito por la ventana, que ustedes siempre dejan abierta y yo me cago toda. Yo vi perfectamente cómo una cabeza trataba de meterse en mi pieza: se asomaba y se agachaba, se asomaba y se agachaba. ¡Estoy segura!, ¿por qué te enojás?
Además, no te hagas el boludo que desde acá escucho lo que pasa adelante. Estás viendo un partido de fútbol y comiendo papitas fritas, ¿qué te pensás, que soy boba, yo? A mí no me dejás comer un chocolatito y vos le entrás a las papas como una bestia y mirate, la panza te está tapando el cinto, chabón. O sea que tampoco es que estás resolviendo los problemas del mundo, ¡estás al pedazo allá!
¡Pará, no te vayas! ¿no entendiste que por ahí se asomó el tipo? Estoy llorando y señalándote para allá, tengo dos años y medio, ¿qué mierda querés que haga, que te lo recite con rimas, pelotudo? Por ahí se asomó un tipo, ¡creéme, carajo, no te vayas! Estás más enculado que antes. Grité porque la cabeza esa volvió a aparecer... ¡allá, pelotudo, que te estoy señalando, allá se asoma una cabeza, te estoy diciendo, cabeza, allá!, ¿qué querés, que te lo escriba?
No me dejés acá a oscuras, la concha de tu madre, que me cago en las patas. No me gusta estar así, a oscuras, sola. Me asusta. Se me aparecen cosas, cabezas por allá, monstruos desde el placard, ruidos extraños, no sé, me asusta. Pero ahora la cosa es solamente con la ventana y con esa cabeza del orto que entra y sale y me tiene aterrada, ¿viste? Bueno, qué vas a ver vos, no ves nada vos. Estás ahí, con tu olor a papas fritas, gritándome porque no me duermo, porque no paro de llorar, ¿qué querés que haga?
No entiendo cuando me decís que estás cansado, que estás todo el día laburando, que lo único que querés es estar tranquilo un rato, ¿no podés estar tranquilo acá, acostado al lado mío, así me protegés de la cabeza o del monstruo? Porque no sabemos cuándo va a aparecer el monstruo... ¿Otra vez?, ¿qué hacés vos, me cagás a pedos y apenas dejo de llorar te vas? Después preguntan por qué llora una.
Bueno, está bien. No te enojes más, no resoples, por favor. No pongas esa cara de cansado, de que no das más. Todos estamos cansados.
¡No, no te des vuelta, no camines para la puerta, por favor, no te vayas! ¡Dale, vení, quedate conmigo, te juro que no lloro más y la cabeza que se vaya a cagar, siempre anda por ahí, no grito más, no señalo más, te lo juro!, hasta dejo de llorar, mirá lo que te digo. Lo que vos quieras, papá, pero por favor, te lo pido, no te vayas a ver el fútbol. Quedate conmigo y abrazame un rato que casi no te he visto en todo el día... todo lo que quiero es un abrazo.
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