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GÓNDOLAS OCTOGONALES


La ley de Promoción de Alimentación Saludable en Niños y Adolescentes tiene ya tiempo en el Perú, pero no fue hasta este año que incluyó uno de sus aspectos más polémicos, y al mismo tiempo más impactantes: los octógonos.

¿Qué son los octógonos? Son advertencias octogonales, de colo negro, que se incluyen en los empaques de los productos altos en sodio, grasas saturadas, azúcar o que tienen grasas trans.

¿Por qué fue tan importante la medida? Porque agrega un signo gráfico claro, visible y legible que alerta sobre ciertos excesos que contienen los alimentos en góndola. Si bien esos datos ya están en los cuadros de información nutricional, son bastante difíciles de entender, si es que se los encuentra, porque suelen pasar desapercibidos por obra y gracia del diseño.


El desayuno de los campeones

La visibilidad gráfica y la claridad conceptual de los octógonos han sido tan efectivos, que han impactado en la venta de algunos productos presuntamente saludables, como yogures (casi todos llenos de azúcar). Es que causan un impacto visual bastante efectivo, que además han echado luz sobre verdades que siempre hemos sabido pero a las que no les hemos dado mucha bola y dejaron en evidencia las miserias de la industria alimenticia.

Los cereales infantiles son, posiblemente, la muestra más cabal de cómo impactan los octógonos en la percepción sobre los productos. Y no porque nadie supiera que tienen mucha azúcar, sino porque tienen demasiada azúcar; tanta que les vale una advertencia (un octógono).

Es decir, alimentos que normalmente se han asociado con la comida más importante del día, según los médicos, tienen niveles de azúcar superiores a lo recomendable. Y no uno, ¡casi todos!

La “habilidad” (1) marketera de estas empresas, que además de incluir a estrellas del deporte y rubios rozagantes en las publicidades, atiborran los empaques con anuncios sobre las vitaminas que incluyen sus productos modificando la percepción de compradores desprevenidos. Carteles que funcionan en nuestros cerebros, entumeciendo la comprensión, engañando a la curiosidad, que ya no se empeña por buscar la información nutricional, convenientemente oculta y suficientemente compleja en esos empaques con exceso de información, sino que se entrega a las sonrisas llenas de DHA, Zinc, Fósforo y la mar en coche.

El octógono echó por tierra esas estrategias y simplificó los pecados de lo que consumimos. Y, peor, reveló que los cereales infantiles, los desayunos de los campeones, el mejor alimento de los niños para la comida más importante del día, como nos han vendido por décadas, son una mierda. Y, como se dijo, posiblemente lo sabíamos, pero con los octógonos ya no podemos no verlo.


Todos y cada uno

El impacto visual de los octógonos es espectacular y por lo tanto muy efectivo. En el sitio de compras online de Tottus, por ejemplo, hay una pestaña de cereales infantiles (Wong y Vea no tienen un menú tan específico), que tiene 45 productos.

Del total, 29 tienen el octógono de alto en azúcar. Sin embargo, la información no está actualizada, debido a que hay productos que tienen el octógono en un tipo de presentación y no lo tienen en otra, siendo que son el mismo producto. Haciendo este ajuste, serían 33 los productos con la advertencia.

Y aún faltan algunos productos sospechosos, como unos cereales bañados en azúcar y otros de chocolate, que no tienen le tatuaje azucarero.

Sin incluir sospechas, siendo rigurosos aún ante la posibilidad de que la información de Tottus no sea todavía completa, casi el 75 por ciento de los productos que se venden como cereales infantiles en la categoría desayunos tienen exceso de azúcar.

El octógono dice también evitar su consumo excesivo. O sea, mientras el consenso en salud nos dice que esos productos no son saludables para consumir en cantidades, la industria nos lo sigue vendiendo como un desayuno, es decir, como un producto de consumo diario.

Y los empaques se siguen esforzando por engañar a la gente, destacando la fortaleza de su tigre, o las vitaminas añadidas de forma artificial (vaya uno a saber cómo lo han hecho) para que nuestros chicos crezcan sanos y fuertes, comiendo azúcar pero con muchas vitaminas que posiblemente meen un rato después de comer.


(1) Las comillas aluden a que esa expresión cínica se replica en cursos y notas sobre negocios que asocian la capacidad de convencer a alguien que comer mierda es sano con una virtud discursiva. La realidad es que “habilidad” bien podría cambiarse por “insensibilidad”, y siendo light en la apreciación.

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