No hay dudas: George Smiley es uno de los grandes personajes de la historia de la literatura.
No sólo porque aparece en 9 novelas, lo que posibilita una construcción profunda del personaje, tanto que a veces parece cobrar vida, sino porque es en sí mismo una creación casi perfecta.
A partir de sus imperfecciones, Smiley es un héroe en toda regla. Pero un héroe complejo y alucinante. Es físicamente débil. Es feo. Y se sabe débil y feo. Es viejo. Y parece viejo. Está casado con una mujer hermosa a la que, cree no merecer, y soporta infidelidades, desplantes y hasta robos. Pero no lo soporta sólo por su evidente complejo de inferioridad, lo soporta porque ella es la libertad que él nunca va a vivir, ella tiene la libertad de los hermosos.
Smiley es un tipo sofocado por un sistema que detesta, al que conoce desde las mismas entrañas, pues su trabajo de espía se construye desde los intestinos del viejo imperio. No es que conozca la caca, es que vive en ella. Pero ni siquiera ese odio al sistema hace que deje de defenderlo (y de ganarle a sus rivales).
Quizás Ann represente su salida, su libertad, esa libertad que él no osa tener. Quizá por esa admiración soporta hasta el escarnio público. Porque todos sus colegas y subordinados saben que Ann le es sistemáticamente infiel. Incluso fue un arma utilizada por Karla, su némesis. Es decir, en esta pelea heroica, su archienemigo logró que un doble agente ruso, además de espiarle en sus narices, se coja a su esposa... ¡en la década del 60 y en un mundo archimasculino como el del espionaje!
Y justamente por eso es un héroe, porque actúa, se enfrenta a obstáculos que parece que no va a superar, y finalmente se impone. Pero, ojo, hasta sus victorias son complejas, porque no siempre parecen victorias.
Sí, gana, ok. El malo de turno, o el otro gris, mejor dicho (en las novelas de Le Carre todos son grises), es derrotado. Pero aun en la victoria, Smiley nunca gana porque sigue siendo Smiley y sigue hundido en la caca, admirando la libertad y la belleza de los demás y pagando un precio altísimo por esa admiración.
Frío, intenso, inteligente, sagaz, analítico, valiente, Smiley es uno de los grandes héroes, tan trágico como heroico, con tantas capas que a veces parece decidir él mismo su destino, y su autor, John Le Carre, es una especie de espía de lo que él va a hacer. Interesante: el autor es el espía del espía.
Y, además, todo bien con Gary Oldman, es un recontra actorazo, pero Smiley es de esos personajes literarios que encontró su cuerpo. Smiley es Sir Alec Guiness.
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