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Foto del escritorCronista de lo Obvio

Bestias anónimas


Lo sospechaba, lo intuía, la experiencia a veces te convierte en adivino: la muerte convertida en en un elemento más del entramado discursivo que justifica una medida, o la impulsa. Todo hecho es político.

La sangre se convierte en argumento; las lágrimas, en clamor; el dolor, en respaldo. El hecho se transforma en un bloque más del entramado político, acomodándose ahí, como un ladrillo en un muro infranqueable.

Pero el disfraz no es perfecto, las huellas quedan marcadas a fuego y no son tan difíciles de encontrar. Todo hecho es político no es una sentencia negativa, toda vez que la política no es una actividad negativa. Pero la distorsión sí lo es. Y la manipulación, también.

Como era de esperar, la muerte de la joven policía a manos de un delincuente se convertiría en punta de lanza argumental para reforzar un estado de la (in)seguridad que demande más esfuerzos en la materia, justo cuando el gobierno impulsó el desembarco de los militares en la seguridad interior.

Y en el trazado argumentativo, tan veloz como vehemente ante la exigencia de la autopista digital que todo lo olvida, aparecen esos textos condenatorios, en los que un presunto pelafustán deja escapar un pensamiento sin filtros, a lo bestia pero seductor, porque muchos confunden sinceridad con brutalidad. Textos perdidos, tan falsos como construidos, que pretenden disfrazarse de palabras de Doña Rosa (algo así como la troll de Neustadt) pero que se revelan intencionados y direccionados hacia un objetivo claro y transparente. Porque no era Doña Rosa la que decía que Cristina había asesinado a su marido, ni mucho menos la que pensaba como Neustadt. Esxs eran tipxs del palo, que entienden de qué se trata este juego y que no temen en inventar Doñas Rosas para jugar al rebote infinito e instalar ideas nefastas.

Mientras la maquinaria avanzaba hacia el drama de una mujer ejemplar, madre de un bebé y con sueños ahora inalcanzables, sugiriendo con más o menos sutileza la necesidad de reforzar la seguridad con más armas, la torpeza andaba a sus anchas en las redes sociales, que no necesitan de disimulos ni trajes y corbatas.

La imagen de un pibe, aparentemente el acusado de perpetrar el asesinato, ilustraba un texto condenatorio que recorría un extraño camino, torcido al mango, hasta llegar a culpar a la seguridad social del asesinato.

Este sujeto, es producto de la sociedad que vivimos, durante sus cortos 18 años convivió con Planes y Subsidios del Estado, con la Justicia Garantista y la Educación que incluye pero no enseña” (nota: la transcripción es literal. No es ánimo de este redactor andar corrigiendo a extraños).

El texto, evidentemente, dice lo que los medios masivos sugieren con sutileza: la culpa es del Estado, que asiste a las poblaciones carenciadas generando batallones de vagos listos para asesinar a jóvenes policías.

Acto seguido, viene la perorata macrista, mientras el olorcito a texto de troll inundaba la viralidad de la red social madre, Facebook. “Evidentemente íbamos por el camino equivocado. No se si el actual es el correcto, el tiempo lo dirá, pero no quiero más delincuentes dirigiendo al país, porque este es el resultado”.

El hilo conductor es bastante claro: delincuente deshumanizado – asesino de policías – producto de la dádiva del Estado – un Estado comandado por delincuentes. El apoyo al actual gobierno, también: no importa si le va bien o mal, es distinto al gobierno anterior y solo por eso se le otorga el beneficio de la duda. Y por distinto, está claro que es mejor, pues al menos no es un gobierno de delincuentes.

El texto cierra con un mensajito a las chicas de pañuelo verde, omnipresentes como punching ball discursivo en animaladas de este tinte, a quienes se las considera como promotoras del asesinato, ni más ni menos, porque debaten “sobre el valor de la vida”. La pelea en este sentido se plantea entre ellas, las de pañuelo verde, las que buscan darle “derecho” a la madre de quitar una vida, contra los buenos ciudadanos que piden la pena de muerte para “asesinos como este (en referencia la pibe que presuntamente mató a la policía)”, pero piedad para los embriones.

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